ANÁLISIS DE LA METODOLOGÍA DEL LIBRO: “CONTRIBUCIÓN A LA CRÍTICA DE LA ECONOMÍA POLÍTICA” DE CARLOS MARX
“Marx no dijo la última palabra –lejos de ello- pero sí dijo la primera, y seguimos obligados a continuar el discurso que él empezó.”
Eric Hobsbawm
- Brevísima referencia a la vida del autor,
Karl Marx (Tréveris, 1818- Londres, 1883)
En 1986, con cerca
de cien mil habitantes, Tréveris, fue declarada, patrimonio de la humanidad.
Ahí nació Carlos Marx el 5 de mayo de 1818. Para ese entonces, parte de la
Prusia Renana, región histórica de Europa
central que constituyó hasta finales de 1945 la circunscripción interna más
extensa de Alemania, con 13 provincias incluida la capital, Berlín. Su padre,
un abogado judío que se pasó al protestantismo en 1824, era un hombre de ideas
liberales o al menos tolerante a estas.
A diferencia de Federico Engels (Barmen, 1820-Londres,
1895), quien no llegó a culminar el bachillerato, Marx se inscribió en la
Universidad de Bonn para estudiar jurisprudencia, de ahí pasó a la Universidad
de Berlín, para terminar graduándose en filosofía en la Universidad de Jena
(fundada en 1558). Llegó a manejar con soltura algunos idiomas como el francés,
inglés, ruso y por supuesto el alemán. “La carrera de Marx como escritor
político comienza con una nota sobre la
censura que no fue posible publicar por intervención de la propia censurada,
era para los Anales Alemanes, de Ruge,
amigo de juventud de quien se separaría
pronto.”[1] Su vida estuvo marcada
así, por la censura, la persecución política, el destierro y la pobreza, así
como por la polémica y el debate político e intelectual. En
1842 es nombrado jefe de redacción de la Gaceta del Rhin, publicación alemana
a la cual se había incorporado un poco antes de este nombramiento. En esa misma
época (1842-1843), ocupando esa responsabilidad, inicia Marx, los estudios que
lo conducirían a uno de los mayores logros intelectuales del siglo XIX, la formulación
del materialismo histórico, junto a su entrañable amigo, Federico Engels.
Cuando
en agosto de 1844, se encuentran por primera vez, Marx y Engels, en París (ya
antes habían tenido cierto intercambio epistolar), deciden escribir su primer
trabajo intelectual de colaboración, se trataba de una crítica a Bruno Bauer.
Su nombre: “La Sagrada Familia”. En
este libro toman posición con respecto a la filosofía alemana.
Engels fija en 1845, la fecha de nacimiento
del Materialismo Histórico, como sistema teórico para comprender la historia y
la sociedad, con la publicación de “Tesis
sobre Feuerbach” escrito
por Marx. Pero es con “La Ideología Alemana”, escrita por
ambos entre 1845 y 1846 en Bruselas, pero publicado por primera vez en 1932,
cuando de manera extensa se exponen los conceptos fundamentales del
materialismo histórico.
Un
grupo de exiliados alemanes fundan clandestinamente en Paris la Liga de los Justos que muy pronto
cambia de nombre y pasa a llamarse la Liga
de los Comunistas (organización política que fue la primera en destacar, y demostrar en la práctica, el carácter internacional de
todo el movimiento obrero; contaba entre sus miembros a ingleses, belgas,
húngaros, polacos, etc., y organizaba, principalmente en Londres, asambleas
obreras internacionales). En 1847, Marx se afilia con Engels a esta
organización revolucionaria. En el II Congreso de la Liga de los
Comunistas (celebrado
en Londres en noviembre de 1847) encomiendan a Marx y
a Engels la
redacción de un detallado programa teórico y práctico, destinado a la
publicidad, que sirviese de programa del partido, así nace el Manifiesto Comunista. Este documento (publicado por primera vez
en Londres ken febrero de 1848), de objetivos fundamentalmente políticos ha
servido para difundir los principios teóricos del materialismo histórico.
Entiéndase bien, no es un libro de historia, es un manifiesto político, de
difusión de un programa político en unas circunstancias históricas
particulares.
Después
de sufrir distintos episodios de expulsiones y exilios en distintas ciudades de
Francia, Bélgica y Alemania, Marx, decide quedarse a vivir definitivamente en
Londres. Esto en 1849. Ciudad que le permite observar el desarrollo capitalista
en pleno esplendor naciente, lo que a su vez le posibilita estudiar
profundamente la economía política burguesa y establecer los principios de una
crítica fundamentada científicamente, materia que le ocupó el resto de su vida.
Estando en Londres, Marx tiene conocimiento de los
acontecimientos que sacuden a Francia y
que sorprendieron a muchos analistas de la época. Carlos Luis Napoleón
Bonaparte (París 1808-Chislehurst 1873), hijo de Luis Bonaparte y Hortensia de
Beauharnais, que había participado de la
insurrección de los Estados Pontificios y tras su fracaso se exilió en el año
1836, regresa a Francia, tras la revolución de 1848 y es elegido diputado en la
Asamblea Constituyente, propina un
golpe de estado el 2 de diciembre de 1851 y se proclamó presidente y un año después
emperador. Movido por estos
hechos, nuestro autor, escribe “El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte”.
"El
dieciocho Brumario de Luis Bonaparte" es
el análisis concreto de los sucesos revolucionarios de Francia entre 1848 y
1851. Es una de las obras más importantes del marxismo. Aquí aplica su teoría
del materialismo Histórico como método de análisis e interpretación. Engels, en
el prólogo que le hace a este libro en 1885 afirma:
Fue precisamente Marx
el primero que descubrió la gran ley que rige la marcha de la historia, la ley
según la cual todas las luchas históricas, ya se desarrollen en el terreno
político, en el religioso, en el filosófico o en otro terreno ideológico
cualquiera, no son, en realidad, más que la expresión más o menos clara de
luchas entre clases sociales, y que la existencia, y por tanto también los
choques de estas clases, están condicionados, a su vez, por el grado de
desarrollo de su situación económica, por el carácter y el modo de su
producción y de su cambio, condicionado por ésta.[2]
En
este libro (primera edición, Boston,
1852; segunda edición, Hamburgo; 1869, tercera edición, Alemania, 1885),
usa Marx las categorías de “lucha de clases”, “fuerzas productivas”, “relaciones de producción”, “modo de
producción”, aplicadas acertadamente para explicar aquel episodio histórico.
Una vez instalado definitivamente en Londres y después de
la condena de los miembros de la Liga de los Comunistas en Colonia, Marx se
retiró de la agitación política y se dedicó, por espacio de diez años, a
estudiar a fondo los tesoros que custodiaba la biblioteca del Museo Británico
en materia de Economía política, y a colaborar en el "New-York
Tribune", periódico que, hasta que estalló la guerra norteamericana de secesión,
publicó las correspondencias firmadas por él, además de numerosos artículos editoriales
sobre temas europeos y asiáticos.
Como primer fruto de esos años de
estudios económicos apareció en 1859 la "Contribución a la Crítica de la
Economía Política”. Esta obra contiene la primera exposición
sistemática de la teoría del valor de Marx, incluyendo la teoría del dinero. Es
decir, con esta obra da inicio a su obra cumbre: “El Capital”, desplegando
algunos conceptos que desarrollará ampliamente en este libro que develará los
resortes que mueven la economía política de la sociedad burguesa, la sociedad
capitalista. En “La Contribución”, Marx, ataca despiadadamente a Proudon quien
planteaba la subsistencia de la producción privada en el socialismo. Además
desarrolla la concepción teórica “relaciones: estructura-superestructura”.
En un mitin popular
a favor de Polonia, celebrado en el Saint Martin's Hall de Londres, el 28 de
septiembre de 1864, se fundó la Asociación
Internacional de los Trabajadores (la
primera Internacional). En esa
Asamblea se eligió un Consejo General provisional, con residencia en Londres. Carlos
Marx fue el alma de ese Consejo General y de todos los Congresos que se
realizaron hasta la desaparición de esta organización de revolucionarios. El
redactó casi todos los documentos lanzados por el Consejo General, desde el
Manifiesto Inaugural de 1864, hasta el manifiesto sobre la guerra civil de
Francia en 1871 (la famosa Comuna de París).
Posterior a estos dramáticos episodios, en los cuales La Internacional
se vio obligadamente involucrada y producto de los conflictos internos entre
anarquistas y marxistas, así como a la persecución de la derecha, el Consejo
General se traslada a Estados Unidos. Esto le permite a Marx otro retiro para
dedicarse a escribir el segundo tomo de “El Capital”. El primer tomo se
había publicado en 1867. El tomo dos vio la luz gracias al trabajo de Engels en
1885 (dos años después de la muerte de Marx) y el tercero en 1894 (un año antes
de la muerte de Engels). Marx pudo terminar los borradores de los tomos dos y
tres de El Capital antes de morir el 14 de marzo de 1883, pero fue a Engels a
quien le correspondió la ardua tarea de ordenar el material, prácticamente
traducir (Marx tenía una caligrafía espantosa), cotejar, completar, etc. (todo
lo cuenta muy bien en el prefacio del tomo tres).
II.
Acercamiento al libro: “Contribución a la Crítica de la
Economía Política”.
El materialismo histórico tiene la pretensión de sentar
las bases para el desarrollo de una ciencia de la sociedad y en tal sentido
formular un cuerpo teórico que pueda desentrañar el sentido evolutivo de la
humanidad. Cuando nace a mediados de la quinta década del siglo decimonónico
resultó un verdadero salto conceptual para la comprensión de la sociedad y de
la historia. Leamos lo que dice Engels
ante la tumba de su amigo:
Así
como Darwin descubrió la ley del desarrollo de la naturaleza orgánica, Marx
descubrió la ley del desarrollo de la historia humana: el hecho, tan sencillo,
pero oculto hasta él, bajo la maleza ideológica, de que el hombre necesita, en
primer lugar, comer, beber, tener un techo y vestirse antes de poder hacer
política, ciencia, arte, religión, etc.; que, por tanto, la producción de los
medios de vida inmediatos, materiales, y por consiguiente, la correspondiente
fase económica de desarrollo de un pueblo o de una época es la base a partir de
la cual se han desarrollado las instituciones políticas, las concepciones
jurídicas, las ideas artísticas e incluso las ideas religiosas de los hombres y
con arreglo a la cual deben, por tanto, explicarse, y no al revés, como hasta
entonces se había venido haciendo.[3]
Hasta ese momento, toda la concepción de la historia partía
del supuesto de que las causas de todas
las transformaciones históricas habían de buscarse en las ideas de los hombres,
y de que de todas las transformaciones, las más importantes, las que regían
toda la historia, eran las políticas. No se inquirían de dónde les vienen a los
hombres los pensamientos ni cuáles son las fuerzas motrices de los cambios
políticos. Pues bien, Marx y Engels demostraron que toda la historia de la
humanidad, es una historia de luchas de
clases, que todas las luchas políticas, tan variadas y complejas, sólo giran en
torno al poder social y político de unas u otras clases sociales; pero, ¿qué es
lo que hace nacer y existir a estas clases? Las condiciones materiales,
tangibles, en que la sociedad en una época determinada produce y cambia lo
necesario para su sustento.
En el prefacio a la “Contribución a la Crítica de la Economía
Política” se encuentra la formulación más completa de la concepción
materialista de la historia, desde la perspectiva de Eric Hobsbawm. Al
respecto, dice este historiador marxista:
Hay
que preguntar, por supuesto, si uno puede rechazarla y seguir siendo marxista.
Sin embargo está clarísimo que esta formulación ultraconcisa requiere que se le
amplíe: la ambigüedad de sus términos ha dado pie a un debate en torno a
exactamente qué son las “fuerzas” y las “relaciones” sociales de producción,
qué constituye la “base económica”, la “superestructura”, etcétera. [4]
Es cierto. He leído no sé cuantas veces, este afamado y
polémico prefacio y no puedo dejar de aceptar esta afirmación de Hobsbawm.
Partiendo de este prefacio se ha llegado a las corrientes deterministas o
dogmáticas del marxismo. Aquellas que afirman que la superestructura es simple
reflejo de lo que ocurre a nivel económico. No dejando ningún margen de
autonomía a aquella. Por supuesto, los enemigos del marxismo en tanto
concepción revolucionaria, también toman interesadamente parte de lo afirmado
en el prefacio para acusar a Marx de economicista y unilateralista. Pero
revisemos directamente este prefacio y vayámoslo comentando:
El
resultado general a que llegué y
que, una vez obtenido, me sirvió de guía
para mis estudios, puede formularse brevemente de este modo: en la producción
social de su existencia, los hombres entran en relaciones determinadas,
necesarias independientes de su voluntad;
estas relaciones de producción
corresponden a un grado determinado de desarrollo
de las fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de
producción constituye la estructura
económica de la sociedad, la base
real, sobre la cual se eleva una superestructura
jurídica y política y a la que corresponden formas sociales determinadas de
conciencia.[5] (Las negritas son nuestras).
Comentarios:
1.
Marx
admite que es un resultado general y que le sirvió de guía. Guía no es camisa
de fuerza. Los términos no pueden tomarse al pie de la letra, sino como los usó
Marx, como guía. Les ayudaron a andar pero no les preestablecieron un destino.
2.
En
cuanto a las relaciones de producción podemos preguntarnos: ¿se refiere a las
relaciones que se establecen entre los que están produciendo directamente? ¿o
incluye a las relaciones que se establecen entre quienes producen entre sí,
pero también entre estos y los que consumen, y entre estos últimos y quienes
les venden los productos, etc.? En este mismo libro, Marx afirma que la
producción es consumo y el consumo es producción. “Primeramente, en cuanto el
producto no se hace realmente producto sino en el consumo; por ejemplo un
vestido se convierte verdaderamente en un vestido cuando se lleva puesto . . .
En segundo lugar el consumo produce la producción, en cuanto crea la necesidad
de una nueva producción . . .”[6]
Por otro lado, cuando refiere a las fuerzas productivas, ¿a qué se está
refiriendo? ¿a la tecnología (herramientas, equipos, maquinarias, etc.)? Pero
como la tecnología no opera sola, debe referir necesariamente también a los
hombres que las operan cuando trabajan, por lo tanto, socialmente. Es decir el
concepto de relaciones de producción incluye a las fuerzas productivas y
viceversa. Pero debemos agregar que la tecnología es conocimiento, forma y
aplicación de pensamiento, cultura, una forma de entender, resolver problemas
que a su vez implica una forma de verlos. ¿No está todo esto último dentro de
lo que llama Marx, superestructura, es decir cierta forma de conciencia?
Además, la gente cuando trabaja no se puede quitar la cabeza, por el contrario,
es cuando mejor debemos usarla, en otras palabras, hacer uso de nuestro
repertorio de experiencia sociocultural. Además, si producción es consumo y viceversa, bien
sabemos como lo subjetivo cruza plenamente el territorio del consumo. Y por
supuesto todo esto tiene que ver con el asunto de la propiedad, tanto de los
medios de producción como de los productos (objetos producidos y consumidos). Y al hablar
de propiedad, atravesamos el territorio de lo jurídico y de lo político. Como
podemos observar, los análisis (separar un “todo” en sus “partes” para
comprenderlo mejor, visualizando las relaciones entre estas) no nos pueden
llevar a entender que la realidad, en verdad, está formada por pedazos de cosas
como si fuera un rompecabezas, o las piezas de una máquina, no podemos
confundir el mapa con el territorio. En este caso, lo menos que podemos decir,
es que los contenidos de la estructura y la superestructura no están separados,
y se entrecruzan e intercambian en la realidad concreta. Nadie puede saber, de
verdad verdad, dónde termina una y comienza
la otra.
3.
Por
otro lado, Hobsbawm, objeta que
“como
un modo de producción dado es compatible con tipos n de conceptos, estos no
pueden explicarse mediante reducción a la base. Así sabemos de sociedades que
tienen la misma base material pero formas muy variadas de estructurar sus
relaciones sociales, su ideología y otros rasgos superestructurales. ”
[7]
Las relaciones
estructura-superestructura no son mecánicas ni permiten la sujeción absoluta de
la segunda por la primera.
4.
Sin
embargo, el mismo historiador afirma:
La
verdad básica sigue siendo que el análisis de cualquier sociedad, en cualquier
momento de la evolución histórica, debe comenzar con el análisis de su modo de
producción: es decir de: a) la forma técnico-económica del “metabolismo del
hombre y la naturaleza” (Marx), la manera en que el hombre se adapta a la
naturaleza por medio del trabajo; y b) las medidas sociales por medio de las
cuales se moviliza, despliega y asigna el trabajo.[8]
Quizás, pueda justificar esta
afirmación, porque partiendo desde donde nos indica Hobsbawm, el análisis
resulte más fácil de emprender. Pero desde mi humilde perspectiva, comiéncese,
por donde se comience, no se debe dejar de considerar en el análisis, esos
aspectos que menciona el historiador inglés (la forma técnico económica y
social del trabajo). Pero se puede comenzar por cualquier lado (el mismo Marx,
“se topó” con las “bases materiales” de la sociedad, cuando intentó profundizar
en los estudios sobre los delitos forestales y la propiedad rústica en una región
renana, en 1842, o sea . . . comenzó estudiando lo jurídico, al profundizar,
llegó “necesariamente” a lo económico). Si se hacen las cosas bien, llegaremos
a conclusiones que nos aproximen a lo estudiado. En este sentido, me atrevo a
afirmar que todo análisis histórico social debe considerar que:
·
La
realidad es material. Hasta las ideas son una “emanación” de lo material.
·
La
realidad está en constante mutación. Su naturaleza es el cambio. Así ninguna
época histórica es eterna.
·
Los
cambios son impulsados por las contradicciones internas de los mismos procesos
históricos.
·
Los
individuos se agrupan históricamente desde sus perspectivas e intereses, que en última instancia son materiales y
marcadamente económicos. Estos distintos agrupamientos, generan alianzas y
enfrentamientos entre estos. Partiendo de esta dinámica se activan los
mecanismos de transformación de las sociedades.
·
La
tecnología y la técnica constituyen elementos fundamentales en el soporte
material (y “psicológico”) de la supervivencia humana y lo contrario, en tanto
constituyen el aumento de la capacidad que tenemos para la transformación de la naturaleza en razón
(además del impulso inicial y natural de sobrevivir) de los proyectos sociales
y/o civilizatorios (implícitos o explícitos). Los cambios que se registren en
el área científico-tecnológica y técnica, impactarán el resto los procesos socio
históricos, incluyendo las mentalidades, los imaginarios y las sensibilidades.
La velocidad y la forma de los impactos podrán variar de una sociedad a otra
pero impactarán indefectiblemente.
Pero sigamos con la cita del prefacio de “Contribución”:
“El modo de producción de la vida material condiciona
el proceso de vida social, política e intelectual en general. No es la conciencia de los hombres la que
determina la realidad; por el
contrario, la realidad social es la
que determina la conciencia.”[9]
(Las negritas son nuestras).
Comentarios:
5.
La
producción de la vida material (el trabajo que realizan los hombres
transformando la naturaleza en función de sus necesidades) es social, un asunto
colectivo. Y en tanto que social, es político o potencialmente político. En
todo caso, podemos decir que condiciona (no determina), el resto de la “vida
social, política e intelectual en general”. Lo no relacionado directamente con
el trabajo productivo “propiamente dicho”. Aunque ya referimos lo mucho que se
relacionan “lo productivo y lo no productivo”. Cuando estamos descansando
estamos reponiendo la fuerza de trabajo, en cuanto energía y capacidad creadora
en el sentido más amplio de la palabra. Se puede decir que el trabajo y el
descanso constituyen distintos momentos de un mismo proceso continuo, como la
cola y la cabeza de un gato, que siendo un solo individuo, uno verá primero su
cabeza y después la cola, si lo observa pasar desde un agujero de la puerta.
6.
La
conciencia de los hombres también es realidad, en tanto que realmente es su
conciencia. No toda la realidad es tangible. Pero el hecho que no se pueda
“tocar” no la invalida como real. Si no, no tendría ningún sentido todo el
despliegue y evolución del pensamiento en todas las “áreas” (ciencias, artes,
filosofía, religión, etc.). ¿Alguien ha visto a algún número, el seis (6) por
ejemplo, comprándose una arepa de carne mechada en alguna arepera socialista? O
¿Ha escuchado gritar a alguien: “agárrenme esa ley de la termodinámica que se
me fue corriendo, mientras la bañaba junto a mi perrito Yogui? Sin embargo, los números son tan reales, como
los árboles que se pueden enumerar con ellos; y las leyes de la termodinámica
son tan ciertas y útiles como las mareas, las masas de aire o el campo
electromagnético que rodea y atraviesa la tierra (nuestra única y contaminada
nave espacial). Además, la realidad, no solamente es “lo que es”, lo observable
y lo tocable, sino, sobre todo, relación. Un sistema de relaciones, donde
sujeto y objeto van unidos. Y no hay sujeto sin subjetividad. Lo real es
subjetivo, lo subjetivo es real. Claro, no olvidemos, que lo que existe, existe
en tanto que es materia. De naturaleza material. Aunque, sabemos desde hace
mucho tiempo que la luz se comporta como onda y como corpúsculo. Y que la
formula de la energía cinética es: ½ de la masa X (es decir multiplicada por)
la velocidad al cuadrado.
7.
Es
condición sine qua non, existir materialmente (estamos hablando de seres
humanos) para poder tener conciencia de la existencia, en toda su complejidad o
simplicidad (tener ideas, creencias, construir conceptos e instituciones, crear
belleza, etc.). Yo lo diría así, y disculpen la petulancia: el ser social es
condición de la conciencia social. Pero no se puede negar que sólo se existe si
hay conciencia de la existencia. Si no estaríamos hablando de piedras (hasta
donde se alcanza a saber). Y el ser social es existencia social. Pero la
conciencia social también es existencia social. Pero dejemos esto hasta aquí,
que me estoy enredando.
Revisemos este párrafo, un poquito más largo:
Durante
el curso de su desarrollo, las fuerzas
productoras de la sociedad entran en contradicción
con las relaciones de producción existentes, o, lo cual no es más que su expresión jurídica, con las relaciones de propiedad en cuyo
interior se habían movido hasta entonces. De formas de desarrollo de las fuerzas productivas que eran, estas
relaciones se convierten en trabas de
estas fuerzas. Entonces se abre una era de revolución social. El cambio que se ha producido en la base
económica trastorna más o menos lenta o
rápidamente toda la colosal superestructura.[10]
(Las negritas son nuestras)
Comentarios:
- Fuerzas productivas y fuerzas productoras es lo mismo. Marx usa ambos términos indistintamente.
- Las relaciones de producción tienen una expresión jurídica: las relaciones de propiedad. Las relaciones de propiedad son como una especie de envoltorio de las fuerzas productivas. Se habla de “formas de desarrollo de las fuerzas productivas”. Contenido y forma: las fuerzas productivas serían el contenido y las relaciones de propiedad serían la forma. Por eso hablo de envoltorio.
- Si recordamos que antes, Marx había expresado que las relaciones de producción constituían la estructura económica sobre la cual se erigía la superestructura jurídico-política, podemos inferir que las relaciones de propiedad son la expresión jurídica de la estructura económica. La forma de desarrollarse la estructura económica, en tanto que las relaciones de producción se corresponden con el grado de desarrollo de las fuerzas productivas. Es decir, las fuerzas productivas se desarrollan como relaciones de producción y su expresión jurídica: las relaciones de propiedad. Pero estas relaciones de propiedad (parece colegirse de la presentación del razonamiento de Marx), se mueven más lentas que aquellas y de ahí que se conviertan, en un momento dado del desarrollo de las fuerzas productivas, en su traba. Esta contradicción constituye en el principio motor de las revoluciones sociales. Este razonamiento es perfectamente coherente internamente. Habrá que agregarle todo lo antes mencionado en los comentarios al primer párrafo citado del prefacio de la “Contribución”.
Revisemos
este otro párrafo:
Al considerar tales
trastornos importa siempre distinguir entre el trastorno material de las
condiciones económicas de producción
-que se debe comprobar fielmente con la ayuda de las ciencias físicas y
naturales- y las formas jurídicas, políticas, religiosas, artísticas o
filosóficas; en una palabra, las formas
ideológicas, bajo las cuales los hombres adquieren conciencia del conflicto y
lo resuelven. Así como no se juzga a un individuo por la idea que él tenga de sí mismo, tampoco se puede juzgar
tal época de trastorno por la conciencia de sí misma, es preciso por el
contrario, explicar esta conciencia por
las contradicciones de la vida material, por el conflicto que existe entre las
fuerzas productivas y las relaciones de producción. [11](Las
negritas son nuestras)
Comentarios:
- Los hombres adquieren conciencia del conflicto nacido en seno de las relaciones económicas, es decir entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción, bajo las formas ideológicas, en el terreno de la superestructura. Gramsci (Cerdeña, 1891-Roma, 1937), plantea que
Una vez establecido
su vínculo con la estructura, las ideologías y las actividades políticas
devienen el verdadero terreno donde los hombres toman conciencia de los
conflictos que se desarrollan en el terreno de la estructura, lo que le da un
valor “estructural” y confirma la noción del bloque histórico donde las fuerzas
materiales son “el contenido, y las ideologías son la forma”[12]
Para
Gramsci, el motor dinamizador del bloque histórico[13]
está en la superestructura. La
inclinación de la historia estriba de la conciencia que tal o cual grupo tiene
de las posibilidades de acción y de lucha que le son facilitadas u otorgadas por
las condiciones objetivas dadas; una vez registradas las condiciones materiales
de su quehacer como medio, el grupo
social se vuelve libre para convertirlas en medio de liberación, en arma para crear
una nueva representación ético-política, en comienzo de nuevas iniciativas. Se pasa entonces del momento meramente económico al
momento ético-político, es decir, a la elaboración superior de la estructura en
superestructura, en la conciencia de los hombres. El paso de lo objetivo a lo subjetivo
y de la necesidad a la libertad. Muy
lejos queda la visión mecanicista que condena a la superestructura a mero
reflejo pasivo de la estructura. Si bien, es cierto que se pueden explicar las
contradicciones existentes a nivel superestructural, partiendo de las
contradicciones entre fuerzas productivas y relaciones de producción, es decir
de las estructura económica, no es aquí donde se resuelven estas
contradicciones sino a nivel de la conciencia, la lucha política, en otras
palabras, el escenario donde se despliegan y evidencian las fuerzas
revolucionarias está en la superestructura. Más aún, cuando es en la expresión jurídica de las
relaciones de producción (relaciones de propiedad) donde se establecen las trabas
para el desarrollo de las fuerzas productivas en un momento dado. No basta que
evolucione la estructura económica para cambiar la sociedad toda. Es condición
necesaria pero no suficiente. Ahí podemos suponer el papel de los hombres en la
historia. Y Marx y Engels constituyen un verdadero ejemplo de ese papel. Recordemos
que todo esto se explica en el terreno conceptual, en el análisis, porque en la
realidad concreta, lo sabemos bien, es difícil separar relaciones de producción
de fuerzas productivas, y estructura de superestructura.
- Punto y Seguido. Algunas reflexiones para terminar.
- La “crítica” tiene un profundo valor metodológico en tanto nos presenta una síntesis de la concepción materialista de la historia de Marx y Engels. Las categorías aquí presentadas bien sirven para interpretar la historia como para interpretar la sociedad. Aunque Hobsbawm afirma que es mucho más útil para conocer la historia que para estudiar la sociedad.
- Dentro de la perspectiva de la metodología de investigación histórica marxiana, se hace referencia a la abstracción como el método correcto para emprender las indagaciones histórico-sociales. Desde el criterio de totalidad marxista se plantea que lo concreto surge de la síntesis de muchas determinaciones, como la unidad de lo diverso. En Marx se va desde lo abstracto a lo concreto, asumiendo, a su vez lo concreto como síntesis de lo diverso y no como punto de partida. Desde otras perspectivas de la investigación histórica como Bloch y Febvre (fundadores de la Escuela de los Anales), por ejemplo, parten del dato concreto, para establecer múltiples relaciones y avanzar a través de la abstracción a la comprensión de la realidad como totalidad concreta, como síntesis. Brito Figueroa refiere a la validez de ambas maneras de proceder en investigación artesanal (la historia como oficio).[14]
- Conocer los preceptos fundamentales que aparecen en el prefacio de este libro, es clave para todo aquel que se interese en la historia. Y debe usarlos como guía y no como dogma. Se trata de conceptualizaciones muy generales y sintéticas que tratadas apresuradamente pueden conducir a equívocos de todo tipo. Con repercusiones teóricas, académicas y políticas.
- Hay que contextualizar el proceso en el cual Marx y Engels construyen su novedosa concepción materialista de la historia. Combatían con toda suerte de teóricos que defendían los intereses de la burguesía y del capitalismo, además de luchar contra sus propios padres teóricos como Hegel y Feuerbach. Así que tuvieron que remarcar fuertemente en lo material que se había mantenido totalmente invisible bajo la maraña ideológica de aquella época. Ese énfasis en las bases materiales de la existencia humana era el recurso para dinamitar las concepciones conservadoras e idealistas a las que se oponían y que se vieron obligados a desenmascarar.
- Se apoyaron en los aportes más importantes de las ciencias para la época. Considérese que las ciencias que más se habían desarrollado eran la física y las ciencias naturales, las que a su vez partían de los aportes teórico-filosóficos de Francis Bacón, Descartes y Newton, padres del nuevo paradigma que había echado por tierra los paradigmas vigentes durante la edad media. Como el mismo Marx lo plantea, el nuevo paradigma de ese momento está marcado e influido por el desarrollo de la industria y las maquinas, de ahí que se muestre mecanicista, explicando el mundo como un conjunto de piezas separadas que se articulan para funcionar. Se puede afirmar que todos los teóricos de los siglos XVIII y XIX y parte del XX han estado influenciados por el paradigma mecanicista (cartesiano-newtoniano). Y Marx y Engels, como potentes mentes de su época no podían escapar a esa influencia. Todo el aporte científico de los últimos siglos están en deuda con Descartes y Newton. Sólo a partir de la teoría de la relatividad de Einstein a mediados del siglo pasado se está transitando hacia la construcción de un nuevo paradigma cercano a una visión más totalizante y de sistema.
- Ni siquiera se hablaba de psicología y mucho menos de Psicoanálisis surgidas a comienzos del siglo pasado. Marx no contaba con este recurso teórico para apoyarse en sus investigaciones. No pudo profundizar en el estudio de las subjetividades. No había avances científicos en ese sentido para ese momento. Leamos lo que dice Josep Fontana: “Marx y Engels han recibido los conocimientos históricos que les proporcionaba la ciencia de su tiempo, los han enriquecido en algunos aspectos y, sobre todo, los han reinterpretado genialmente; pero no podían suplir lo que no existía.”[15]
- Los aportes de Marx, viéndolos en perspectiva, fueron definitivamente extraordinarios: crear la concepción materialista de la historia (aunque no creó el concepto de la lucha de clases. Lo hizo un francés); descubrir y enunciar en un lenguaje impecable, la teoría de la plusvalía para explicar el enriquecimiento capitalista lo cual ocultaron (o no quisieron o no pudieron hacer) Adam Smith, Ricardo y demás gurús de la economía política burguesa; ser el motor principal de la Primera Internacional, la cual sirvió de base para la creación de todos los partidos comunistas del mundo; y la creación de una teoría de transición del capitalismo al socialismo. La teoría del socialismo científico. Creo que es realmente inmenso para un solo hombre, incluso para dos (su fiel amigo Federico Engels). No podían dejársele de escapar asuntos importantes. Y si consideramos las condiciones de pobreza, persecución y acoso político, exilios y enfermedad en las que tuvo que vivir, no podemos dejar de asombrarnos.
- Como buenos alemanes, Marx y Engels, sólo podían ver con y desde los ojos de Europa. Además una Europa pujante que venía de vencer los postulados de la edad media, vencer a la monarquía y a la nobleza e iniciar una nueva era. La era de la burguesía, las democracias representativas, y su sistema de naciones modernas.
Pero la investigación
histórica de su tiempo era descaradamente europeocentrista -entre otras
razones, porque necesitaban justificar el sometimiento forzado de los “pueblos
sin historia” a los que se obligaba a pasar de la barbarie a la “civilización”-
y ello tendían a favorecer una visión del pasado como la de la escuela
escocesa, que conducía la evolución histórica hacia la culminación representada
por el capitalismo, la industrialización y la ciencia moderna. [16]
Hoy se plantea seguir leyendo a Marx
y hacerlo desde nuestras patrias indoamericanas, mestizas, como lo intentara
alguna vez Mariátegui y otros pensadores y luchadores, repitiendo las palabras
de Hobsbawm que aparecen en el epígrafe con el que se inicia este
ejercicio.
BIBLIOGRAFÍA
BRITO FIGUEROA, Federico
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30 ensayos de comprensión histórica. Caracas, Venezuela. Editorial
Centauro. 1991. 559 páginas.
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FONTANA, Josep
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HISTORIA: ANÁLISSI DEL PASADO Y PROYECTO SOCIAL. Barcelona, España. Editorial Crítica. Biblioteca de Bolsillo.
1999. 353 páginas.
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GUEVARA, Ernesto (Che)
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APUNTES CRÍTCOS A LA ECONOMÍA POLÍTICA. Editado por María del Carmen
Ariet García. La Habana, Cuba. Ocean Press. 2006. 431 páginas.
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HOBSBAWM, Eric.
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SOBRE LA HISTORIA. Barcelona, España. Editorial Crítica. 2002. 298 páginas.
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LENIN, Vladimir
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OBRAS ESCOGIDAS. Tomo I. Moscú, U.R.S.S. Editorial
Progreso. 1961. 919 páginas.
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MARX, Carlos
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contribución a la crítica de la economía política. Madrid, España. Albero Corazón
Editor. Versión castellana: J. Merino. Segunda edición. 1976. 308 páginas.
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PORTELLI, Hugues
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gramsci y el bloque histórico. México. Siglo Veintiuno Editores.
2007. 162 páginas
|
[1] Ernesto “Che” Guevara: Apuntes
Críticos a la Economía Política. 2006. Pág. 37
[3] Federico Engels: Discurso
Ante la Tumba de Marx. Pág. 1
[8] Ídem.
[13] El concepto de
Bloque Histórico es considerado por la mayoría de los estudiosos del
pensamiento Gramsciano como la categoría clave de su concepción de la sociedad
y de la historia (su interpretación del materialismo histórico). Aun cuando sus
estudiosos no se han terminado de poner de acuerdo acerca de su contenido, el
Bloque histórico debe ser considerado desde un triple aspecto: 1. Las
relaciones entre estructura y superestructura (relación visualizada desde su
unidad). 2. Sistema de valores culturales que penetra, socializa e integra en
un sistema social y 3. La construcción
de un nuevo sistema hegemónico como requisito para crear un nuevo Bloque
Histórico. Aquí el sistema hegemónico no refiere sólo a la hegemonía política
como lo planteaba Lenin cuando
enfatizaba la necesidad de la dictadura del proletariado, sino, y sobre todo,
como hegemonía cultural. Toda revolución es cultural o no lo es.
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